lunes, 7 de septiembre de 2015


Dibs, En busca del yo


Virginia M. Axline (1911-1988). Psicoterapeuta estadounidense, precursora de la Terapia de Juego y autora de varios libros sobre terapia de juego escribió “Dibs en busca del yo”, es un instrumento didáctico propuesto a psiquiatras, psicólogos y maestros; pero también es una obra para padres defamilia. 

Es una obra fascinante que relata el inicio, curso y resultados finales de un proceso terapéutico lúdico en el cual participa Dibs, un niño de cinco años, de carácter y comportamiento difícil; la integración familiar, la forma, el estilo, los pasos en los que se basa la Terapia de juego, y la dinámica que se desarrolla en la relación terapéutica. 

Datos generales 
Personaje principal: Dibs
Sexo: Masculino
Edad: 5 años (al iniciar la terapia)
Terapeuta: Virginia M. Axline
Tipo de Terapia: de juego



Antecedentes


La madre de Dibs es médico cirujano, dejó de ejercer su profesión cuando Dibs nació. El padre es científico, su esposa lo describe como distante y sensible, también muy inteligente. Ambos padres fueron tomados por sorpresa con el nacimiento de Dibs, dado que fue un niño no deseado. Pensaban que era un cambio inesperado y que sus vidas profesionales serian afectadas, motivo por el cual el acercamiento emocional con Dibs fue complejo desde el principio de su vida.

Ambos padres dan gran importancia a la inteligencia, a su vez que son muy racionales; en pocas ocasiones manifiestan sentimientos y cuando finalmente se permiten aceptar que están asustados y tristes por el comportamiento de Dibs y rompen a llorar la madre expresa “resultaba un alivio que podíamos ser humanos y que podíamos fracasar y admitirlo”.

Dibs hace ver a lo largo de varias sesiones que la relación con sus padres es difícil y agresiva. Durante la primera sesión comenta que no gusta de las puertas cerradas, con el pasar del tiempo deja ver que es una forma de castigo que usan sus padres; adicionalmente recibe gritos, especialmente, de su padre, producidos por la frustración de no saber cómo manejar la relación con él. 

Dada su condición Dibs fue ocultado por sus padres, no querían que nadie supiera de él, motivo por el cual se alejaron de sus amistades.  Para descartar cualquier tipo de anómalia Lo llevaron donde un neurólogo, quien no encontró organicidad en el niño.  Posterirmente, acudieron donde un psiquiatra, ya que su madre pensaba que Dibs podía ser esquizofrénico o autista, sin embargo, el psiquiatra comento que el niño no presentaba ningún tipo de debilidad mental, ni ningún tipo de dañado cerebral;  Simplemente, Dibs era un niño rechazado y emocionalmente necesitado.


Desarrollo del tratamiento 

Dibs era un niño con un desenvolvimiento lento y en ciertas ocasiones se quedaba sentado, quieto y sin musitar palabra. Se presentaba como un niño retraído, pero que en ocasiones hacia violentos berrinches. 

En el colegio era frío y no participaba de las actividades de grupo, se ponía en las esquinas del salón de clase y presentaba resistencia tensa y violenta. Las maestras trataban de ayudarlo invitándolo a participar en actividades de la clase, pero él no respondía, se quedaba quieto.

Al iniciar en tratamiento, Dibs exploraba y observaba todo lo que se encontraba a su alrededor, como esperando que iba a suceder. Nombraba cada objeto que encontraba en la habitación. Iniciaba el juego pero se mostraba tímido.

Con el transcurrir de las sesiones Dibs adquirió confianza, pues ya conocía el cuarto de juego y todo lo que había allí. Se expresaba aún más, no solo nombrando objetos sino comentando algunos de sus pensamientos, por ejemplo “no se por dónde empezar” o  “me gustaría mucho pintar hoy”.

Poco a poco y al incrementarse la confianza Dibs iba por el cuarto de juegos y lo hacia como si fuese suyo. Cuando quería hacer algo, simplemente lo hacia sin importar que fuera, hasta se tiraba en la arena, dejaba que la pintura escurriera y hacia de ese lugar un lugar suyo. En la sala de juego, Dibs fantaseaba con los juguetes y con los soldados de manera que formulaba historias imaginarias. Eran batallas que libraban soldados de plomo, o plástico, jugaba a causas que llevaban a la guerra; una guerra fría, que él a lo mejor aspiraba desencadenar  y ganar. Jugaba a esa guerra con oponentes cercanos y queridos, sus padres.   

A través del tiempo se generan sentimientos positivos y se puede notar el nuevo desenvolvimiento de Dips. Poco a poco va descubriendo sentimiento por sus padres y hermana menor, haciéndolos presentes a través del juego y por medio de la terapia puede sanar su situación; de está manera su familia toma un lugar en su vida y él puede perdonar lo ocurrido con ellos. A nivel escolar se observa un cambio de actitud y por consiguiente termina la terapia para retomar su vida, pudiendo desarrollarse solo con con una nueva construcción interna.

El terapeuta y el uso de la terapia de juego

La terapeuta Virgina M. Axline se mostró humilde y sin la necesidad de tomar el control, pues en ningún momento se adelanto a interpretar nada sobre Dibs, por el contrario  reflejaba y dejaba que el niño tomara el control durante el tiempo de cada sesión terapéutica.  

Se estableció una relación cálida y amistosa entre la terapeuta y Dibs, pues se dio al niño la significación de ser merecedor de valor, lo cual influyo en el desarrollo del proceso terapéutico. Se dio la cooperación en la relación terapéutica, ya que con el transcurrir las sesiones Dibs pedía ayuda a la terapeuta y ella se la ofrecía, lo cual abrió un espacio para que el niño comentara sobre sus sentimientos hacia los miembros de su familia y esto demostró la confianza que le tenía a la terapeuta. 

El terapeuta se mostró respetuosa con Dibs y no solamente cuando se encontraba con el sino al mantener la confianza ofrecida por el niño al comentar sus situaciones personales y no trasmitirlas a los padres.

Se mantuvo una actitud de comodidad en el dialogo, característica esencial en la terapia de juego, ya que propicia una comunicación mutua, sobre todo al inicio, más que indicar cualquier deseo del terapeuta, es la parte destacada en  la modalidad no directiva prevaleciente en la terapia de juego.


Conclusiones

El caso de Dibs era un claro ejemplo de cómo las conductas y actitudes de los padres hacia los niños influyen en su carácter.  La falta de amor y de un espacio apto para la comunicación y expresión de afecto pueden desencadenar complejidades en los patrones de conducta los cuales se harán patentes una y otra vez.

Con Dibs la terapeuta tuvo como objetivo, establecer diferencia entre sus sentimientos y sus acciones. Lo ayudo a entender que hay limites y fue reiterativa sin abandonar los lineamientos de la Terapia de juego, en acciones que le fortalecieron el sentido de la responsabilidad, y del respeto a los limites, independientemente de cómo se sienta al respecto.













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